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En el siglo XVII, Marina di Linfreschi no era más que un grupo de casas, en Capo dell'Infrischi, con pozo, horno, almacén y taberna, habitadas por agricultores y pescadores empleados en las fortificaciones de la costa. La población crece, muchos marineros de las costas de Amalfi y Sorrento se instalan allí y la ciudad se expande en torno a una iglesia dedicada a San Domenico di Guzmán.
Es el 17 de julio de 1848 y Fernando II de Borbón firma el decreto que establece: "El conjunto de casas a lo largo de la costa de Camerota toma el nombre de Marina di Camerota".

En el siglo XIX y principios del XX sufrió el fenómeno de la emigración, particularmente hacia América del Sur y Venezuela: debido a los vínculos mantenidos con esas tierras en una plaza central, frente al puerto, se erigió una estatua al "libertador" venezolano. Simón Bolívar, a quien también están dedicadas la calle principal del pueblo y uno de los dos cines locales.
El nombre también se remonta al de la niña Kamaraton, hermosa como una diosa, pero con un corazón de piedra. Cuenta la leyenda que el timonel de Eneas, Palinuro, se enamoró perdidamente de ella, llegando incluso a perseguir su imagen hasta el fondo del mar, encontrando su destino. Culpable de un amor no correspondido, Kamaraton fue transformado en roca por Venus, roca sobre la que hoy se alza Camerota, testigo perenne de un amor desafortunado.